La pronunciación del español
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En su evolución, la pronunciación del español adquirió características propias que no comparte con otras lenguas romances. Entre estas particularidades encontramos, por ejemplo:
- Los sonidos /x/ ("j" y "g +e,i") y /θ/ ("z" y "c +e,i"), surgidos de un proceso de reajuste de varios siglos en el que se perdieron sonidos que aún existen en catalán, italiano o francés (/s/-/z/, /ʃ/-/ʒ/ y /ʦ/-/ʣ/).
- La no diferenciación entre "v" y "b". A pesar de que algunos hablantes, por influencia de otras lenguas o afectación, distingan estas dos letras en su pronunciación, el sonido /v/ nunca ha formado parte del inventario de sonidos del español.
- La doble realización de "b", "d" y "g +a/o/u" (característica compartida con el catalán). La "b", por ejemplo, puede articularse juntando los labios completamente (es la articulación oclusiva) o acercando los labios sin que se toquen (la articulación aproximante). Lo mismo pasa con la "d" y la "g", contacto total o sólo acercamiento, lo que produce los pares /b/-/β/, /d/-/ð/ y /g/-/ɣ/).
Cabe destacar que la propagación de algunas de estas características no fue uniforme en todo el mundo hispanohablante. El sonido /θ/ ("z" y "c +e,i"), por ejemplo, sólo se implantó en parte de España y se confundió con /s/ en el sur de España y toda la América hispanohablante.
Otros sonidos existen en todas las variantes del español pero no se articulan de la misma manera en todas partes. Es el caso, por ejemplo, del sonido de "j" y "g +e,i" que es velar en España (/x/) y glotal en América (una aspiración /h/).
En cuanto a las vocales, el español posee un sistema relativamente pequeño de cinco vocales (aunque algunas variedades pueden tener más). Esto lo diferencia del italiano o el catalán que poseen 7 o el francés que, según los cálculos, posee de 11 a 16.
Como última característica, aunque no sea una cuestión de la pronunciación propiamente dicha, mencionemos el alto grado de correspondencia que existe en español entre lo que se escribe y lo que se dice, factor que juega a favor en el aprendizaje del idioma. Esto es el resultado de una concepción amplia de la ortografía que no niega la transformación perpetua de la lengua y busca reflejar con coherencia su estado actual.